Dichas escuelas estaban relacionadas entre sí, y aún con las deficiencias de un sistema recién creado, funcionaban adecuadamente una como secuencia o complemento de la otra. Específicamente me refiero a los tres niveles educativos que atendía el IPN hasta el año de 1969: prevocacional, vocacional y superior; y a las escuelas de capacitación de trabajadores que funcionaban dentro de éstas, los tecnológicos regionales de provincia o las escuelas técnicas industriales.
Sin embargo, debido a muchos factores, entre ellos, principalmente la explosividad social y política del estudiantado politécnico, en su gran mayoría de extracción popular, es que los gobiernos van diezmando y entorpeciendo las conexiones entre las escuelas, reduciendo el nivel académico en unas, homogeneizando otras e incluso eliminando algunas.
Desde principios de los años 40 el gobierno federal intenta desincorporar las prevocacionales y los institutos tecnológicos regionales del IPN, medida que detuvieron parcialmente los estudiantes con la primera huelga general en el Instituto. Se separaron del Politécnico solamente las prevocacionales de provincia y a finales de esa década también algunos tecnológicos regionales. A finales de los años 50, una vez cerrado el internado y maniatada la federación de estudiantes, se da la primera gran reforma educativa en el IPN, en la que entre otras cosas se crea la

Sin prevocacionales, la vocacional absorbió, de alguna manera, ese nivel educativo, pues se amplió a 3 años (anteriormente solo se cursaba en 2) y tuvo que preparar a los estudiantes en asignaturas que se tomaban en la prevo.
La escuela vocacional tiene para el Instituto Politécnico Nacional la función de preparar adecuadamente a sus estudiantes para las carreras superiores que imparte el mismo, o bien, dotarlos de los conocimientos necesarios para ejercer una carrera técnica. Con todo y las deficiencias actuales del ciclo vocacional, podemos asegurar que ambas funciones se cumplen, aunque sea en lo más mínimo, pues es un hecho que en la vocacional se adquiere la formación académica de una carrera semiprofesional y además, se obtiene la preparación apropiada para continuar estudios profesionales en la misma rama e incluso en otras.
Lo que nuestras vocacionales necesitan, en todo caso, no es homogeneizarse con los demás tipos de bachillerato en el país, sino por el contrario, adecuarse mejor a los requisitos de ingreso de las escuelas superiores del propio Instituto.

En lugar de ceder las vocacionales, debemos defenderlas y luchar por la reincorporación de nuestras prevocacionales, pues el IPN es un sistema de educación técnica y no una universidad más del país, o un centro educativo más dentro de los muchos que existen y que aún ellos, tienen sus particularidades acorde a sus funciones específicas o a su naturaleza.
El Politécnico sin vocacionales sería como un equipo de fútbol sin fuerzas básicas. Nuestras vocacionales son nuestros semilleros de ingenieros, médicos, licenciados, arquitectos, enfermeras, biólogos, investigadores, maestros, doctores.
No permitamos la desincorporación de nuestras vocacionales del IPN y su integración al Sistema Nacional de Bachillerato que les quitaría su esencia, las características que las hacen especiales y fundamentales para las funciones que desempeña el Instituto Politécnico Nacional. Quitarle las vocacionales al IPN, sería como quitarle ahora las manos con las que se impulsa desde hace tiempo en silla de ruedas.
Marco P. H. Valadez
Comisión de Archivo Histórico y Estudios sobre el Politécnico
Colectivo 23 de septiembre